GOBERNAR ES MAS QUE ADMINISTRAR.
En el momento en que una persona decide incursionar en la política generalmente lo hace motivado por una convicción propia, porque decide participar activamente en la construcción de la ciudad que se imagina debiera de ser, ya sea la construcción de un camino vecinal, una mejor educación, un mejor transporte, en fin existirán tantas motivaciones como necesidades en la sociedad.
En consecuencia nuestras causas o reflexiones tienen impresa una ideología, producto tal vez de quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, es ahí donde tradicionalmente empatamos nuestra filosofía con las causas de los partidos políticos, encontrando en los postulados de estas instituciones el fiel reflejo de lo que idealizamos, definiendo así nuestra simpatía o filiación política.
Lo anterior debería de ser la lógica por medio de la cual nacen los políticos, sin ser ingenuo, sé que no siempre es así, existe quien ingresa a la política por lazos familiares o de camaradería, quienes por intereses económicos o empresariales (estos suelen ser los más lesivos), incluso habrá quien es político por accidente.
Pero cuando por fin logras la oportunidad de gobernar, de ser parte de ese engranaje que hace funcionar la vida en sociedad, es imperdonable que pierdas la oportunidad de materializar tus ideales y convicciones en un impacto positivo de lo que estas convencido sería un mejor entorno.
Es por eso que el político debe de llegar a los cargos públicos con el hambre de transformar su entorno y no al disfrute de la comodidad del cargo.
Sin duda gobernar una ciudad no es cosa sencilla, tantos pendientes, tantas necesidades y tantos problemas con tan poco tiempo y recursos, sin duda es una labor titánica, por ello se requiere de un alto compromiso y decisión.
Gobernar es más que Administrar.
Para bien administrar solo haría falta contratar un buen gerente que se encargue de hacer cobros y pagos, atender demandas, dosificar esfuerzos, mantener instalaciones, cumplir a cabalidad los requisitos legales, pero frió y distante, sin mayor finalidad que la maquinaria burocrática no deje de funcionar.
Gobernar implica una intencionalidad, una mística, un objetivo, la imperiosa necesidad de trascender de manera positiva en tu entorno, dejar una huella, tener una bandera que levantar en todo lo alto y al final del camino sentirte orgulloso del esfuerzo empeñado.
Sea cual fuere la convicción del político, este no puede permanecer inerte y sombrío, la ambición de más lograr para más compartir con sus semejantes debe de ser su motor, y si no se tienen los recursos, debe de ir en busca de ellos, para que exista tan solo una oportunidad de que sea posible; lo anterior implicara el despliegue de sus mejores talentos y la más genuina vocación de servicio para no cansarse, para hacer lo que sea necesario.
Administrar la pobreza, no tiene ningún caso, pensar en que transcurra el tiempo con el claro clamor de que su gestión ya termine, es verdaderamente lamentable; atreverse, equivocarse y volverse atrever si es necesario, es lo mínimo que se espera de quien con tanto empeño busco acceder a un cargo político.
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