"HABRÁ QUE CREER Y CREAR"
Cuando niño ignoraba muchas
cosas, pero creía en el amor de mis padres y la estabilidad que me brindaban,
los días transcurrieron en la escuela con una sola premisa de por medio,
aprovechar la escuela y sobresalir en ella porque mañana lo seria en la vida.
Creí en los reyes magos y el ratón
de los dientes, la poca televisión y los muchos sueños estimulaban mi imaginación,
creía en dios y el cielo prometido, creía en el hijo del santo y en el bando de los técnicos, creía en mis maestros como seres llenos de sabiduría
y que me la compartían, creía en mi familia solidaria y presta a ayudarnos, creía
en México y su historia me embeleso como un cuento interminable que explicaba quiénes somos y a donde vamos, después recuerdo a mi padre incrédulo parado frente al televisor viendo el
magnicidio de Colosio, pavoroso no daba crédito y entendí entonces que el mismo estaba dejando
de creer.
Sin embargo, hemos de reconocer que en esta época se complica más creer, los tiempos actuales son una vorágine
insalvable de lo desechable, nada dura lo suficiente para fincar creencias y
depositar la fe.
Pareciera que los ideales se han
convertido en modas pasajeras, causas que se moldean según los acontecimientos,
las diferencias entre derechas e izquierdas son menos perceptibles, los
fundamentales se han quedado en los discursos y pocas veces están ligados a las
acciones, ya no creemos en los políticos y con justa razón después de todas las
tropelías ahora tan conocidas, y no podemos distinguir entre el perseguido y el
persecutor.
La fe la suponemos manipulada, los sermones se quedan en el pulpito cuando conocemos
de su ostentosa vida y se devela la humanidad de quienes le dirigen y
descubrimos que son tan propensos a las debilidades y al mal como cualquiera de nosotros.
Los deportes y sus figuras
quedan en entredicho cuando se conoce el mercadeo del que son objeto y sus
principales exponentes quedan exhibidos de manera por lo menos sugerida a partidos
amañados o con vínculos con el crimen organizado.
Somos víctimas de la “Sociedad Liquida” de la que nos habló Zygmunt Bauman donde la vertiginosa
rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos y propiciado un
estado volátil de la sociedad sin valores demasiados sólidos.
Gilles
Lipovetsky lo llama también el “Imperio
de lo Efímero” donde explica lo volátil de la moda y sus apariencias como
un comportamiento de nuestra sociedad que aprecia en torno de lo novedoso.
¿En
que creer entonces?
Habremos
de encontrar en nuestros adentros el ideal más puro y propio, volcarlo en
crear acciones para una sociedad que tanto demanda más actores y menos
espectadores.
Yo aún hoy sigo creyendo en
una justicia divina o su equivalente en el Karma, creo en las buenas acciones y
creo por encima de todo en mis hijos a quienes crío enseñándoles a crear, como
una trascendencia perenne de mi existencia y de los que me antecedieron.
¿creer? o ¿crear?.
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